miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL NIÑO Y LOS SIETE SOLOMILLOS

Hay situaciones en las cuales participas, sin proponértelo, situaciones que nunca olvidaras…una de ellas me pasó el otro día haciendo unas compras en un centro comercial. Estaba haciendo cola en el puesto de la carne y allí estábamos, una mujer a la que estaban atendiendo, un niño de unos 10 años más bien “bajito” y con cierta cara de mayor. Terminaron de atender a la mujer y el niño continuo allí, pensé de forma subconsciente que esperaba a su madre o una persona mayor. La carnicera se dirigió a mí y me pregunto que deseaba, quiero 6 solomillos. Cuál fue mi sorpresa que al terminar el niño dijo: yo quiero 7 solomillos!!, joder!! Pensé yo, me dirigí al chaval y le pedí disculpas por haberme “colado”. A lo cual el me respondió que no había problema, que uno más o menos no pasa nada. Yo seguía mirándole y su cara era de un “hombresillo” que dominaba la escena con seguridad. A unos metros más allá había un hombre y otras personas que estaban mirándonos y de pronto el hombre le dice al chaval: cántale, cántale!! Y el niño se “cuadro” y salió cantando un Fandango muy triste, en la letra el niño le pedía en el lecho de muerte a su madre que no lo dejara todavía. Al oír la voz del niño cantar, todas las personas presentes que hasta el momento no estaban participando, pararon y escuchaban muy atentas como el “hombresillo” mirándome, me dedicaba esa triste canción, el silencio hizo que su voz sonara más nítida en aquel inusual “escenario” y al terminar todos nos fundimos en un caluroso aplauso y el niño sin perder la compostura continuo comprando los solomillos para la cena de Navidad. Es su hijo? Le pregunte a hombre que miraba de lejos, él me respondió que no, pero es como si lo fuera…

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